Cementerio vertical

Petrificada cascada de nombres

y trabajos. Restos reproducidos

o, con mayor rigor, reproducciones

de restos reunidos y organizados

cada vez bajo un principio precario

que en la construcción procuraba hallar

su fundamento. Trazos inmediatos

de un paso inseguro y apuntalado,

con demora de recopilador,

por el nuevo salido del infierno

vuelto sobre su recorrido. Signos:

fragmentos compuestos bajo una firma

nítida y difusa, como la goma

precisa, invasiva, que disimula

los huecos y las grietas del conjunto,

haciéndolo pasar por algo orgánico.

Un fantasma recorre cada mundo

fijado y sugerido por sus huellas

en cada intento de reanimarlo

emprendido por sus deudos. Existen

esos trazos, restos de pensamiento

fosilizado, negro sobre blanco,

del que la luz letrada se desprende

clara y alumbrando, pero no hay

ni una brisa del aliento supuesto

bajo las pétreas letras pasando

de la losa al lector que la contempla,

abanicándose en vano. Lustrosos,

flamantes, descascarados perfiles

apretados el uno junto al otro

en hileras discretas e imponentes

a un lado del pasillo, dominándolo,

sombra blanca sobre el oscuro curso

de las calladas aguas apacibles.

Caras escondidas una tras otra,

plegadas, con sus marcas y sus manchas

testimoniando la era mortal

o, corrijo, lo mortal de la era

cerrada como sus hijos en fila.

Sucesivos estratos de memoria

en el caprichoso orden de las lenguas,

de los volúmenes y los orígenes,

las afinidades imaginarias

o referidas, las dedicaciones

y las especialidades, los nichos

uno sobre otro, ilustres hileras

en calma sucesión de arriba abajo,

reunidas en el mismo plano, libres

de la dimensión en que se respira,

escandida catarata de hielo

plantada justo enfrente y a la orilla

de las aguas dormidas que se arrastran.

Yo nací de entre estas piedras de pie,

de esta Roma con sus muertos inscriptos

en el lomo y la frente de sus lápidas

que permaneciendo inmóvil se aleja

irreversible como la carrera

serpenteante, irregular del Tíber,

sin hundirse pero ya inabordable

por más declinaciones que domines

de su lengua, volcada a partitura.

Desprendido, como apuntado al margen,

examino la rígida película

vertical entre mis dedos, un cuadro

que lleva a otro casi igual al lado,

corriente levantada, sin caída,

me paseo entre concentradas líneas

de palabras lapidarias, aparte

del coro casual de las transacciones,

y reparo, por primera vez, como

si no hubiera tenido tiempo antes,

en las fechas. Los números desnudos

al cabo del balance, con un guion

en medio señalando la abolida

presencia del fenómeno de turno.

Muertos. Todos muertos. O muerto todo

lo que los animó, lo que procura

reanimar el creyente entregado,

en sublime sesión de espiritismo,

al drama detrás del telón de piedra,

de la cascada, como grave estela

fijada al margen de la costa seca,

que labrada persiste en su caída.

Cabezas convocadas por la pública

lectura del confiado testamento

sin herederos de cada firmante,

cada una abstraída en la idea única,

gris, de un testamento del heredero,

sostenidas en lo alto del cuerpo

separado del mármol modelado,

en la gran tradición del monumento

que se seca agotada la tormenta

mientras la gota moldea la piedra.

15–18.6.2021

Tierras de acogida

Van rumbo a un sur

del que llega un rumor.

I CORO

¿Por qué caminar tanto si no vamos tan lejos?

Del oro que se queda detrás del horizonte,

no nos tocará más que la luz de estos reflejos

tardíos y livianos, aunque el viento remonte

y arrastre nuestros pasos en una de esas olas

suyas favorables, oportunas, ascendentes,

que rompen el tímpano a las pobres caracolas.

El río de la abundancia sólo admite afluentes

y el arroyo que seguimos se aparta y se seca.

¿A qué cielo conducir nuestro carro sin alas?

Nos creemos de paso, pero a falta de meta

nos vamos quedando en los rincones de estas salas

que estaban aquí cuando llegamos y ahora esperan

la próxima ola, con sus nuevos estancados

en la función de calentar el sitio que heredan.

Sin embargo, no todos los pasos están dados.

La lluvia resbala por las caras de las casas,

desdeñosas o indiferentes como porteras,

pero los pies que se hincan en calles y plazas 

conservan en cada planta sus huellas enteras.

1-15.11.2021

II SOLO

Me convertí en una ópera bufa

porque mi voz no halló abrigo en el coro.

Llegué al teatro colmado el aforo

y tuve que encender mi propia estufa.

La risa, contagiosa, me sostuvo,

pero si uno hace todos los papeles,

los quema y aunque mude varias pieles,

acaba desdentado. Si retuvo,

tal vez encuentre dónde hallar reposo,

pero ni ahí escapará del acoso.

15.11.2021

III IDILIO

Cazada, como una vela,

para que el viento la hinche,

se eleva por sobre el aire

desde que tiene raíces.

Aterriza y se despliega

sin derramarse, despierta

en la calma suspendida

sobre la piedra arrojada,

mientras despacio se acerca

la costa bajo la quilla.

Dar a luz, dar al olvido,

consentir en tener casa,

dejarse dorar al sol

que no salvará la tierra,

son maneras del aliento

cálido en busca de fuego.

Del mástil a las ramitas

hay la distancia completa

que lo que enciende reúne

con lo que lento se apaga.

15-16.11.2021

IV CONTEMPLACIONES

Yo creo que los ángeles no cantan,

sino que permanecen suspendidos

en el vibrar de esas alas que espantan.

Mientras vuelvan las aves a sus nidos,

habrá música en casa. Sobre el agua,

planean las voces de los caídos.

Comprender no es la función del agua,

que sin reflexión refleja lo dado,

sino regar y refrescar la fragua.

Las alas no son las plumas del pavo

real, que con su abanico se encanta,

pero su sombra no hace tejado.

16-17.11.2021

Gaviotas negras

Les écrans du soleil (Leonardo Cremonini, 1967-1968)

ACORDES: Am / D7 / Em7 / Em / Gm / Dm7 / Eb / D / Am6b / E7 / F# / E / Dm / C / G / F

Estas costas enterradas

Bajo un cielo azul postal

Van poblándose de cuerpos

Que no quieren despertar

Nuestro amor se va y regresa

Como un loco a lo normal

Cada día de más lejos

Sin decirnos dónde va

La gente que imita

La risa del mar

Alrededor

Ya va tomando buen color

En paz

Días radiantes

Pasan como aviones

Vacíos ante el sol

Ahora vamos hasta el fondo

De un profundo callejón

Que lleva a un hondo

Cajón

Caminamos en redondo

Como el ciego en su prisión

Estas costas separadas

Por un mar conciliador

Van hundiéndose cansadas

En la espuma y el rumor

Nuestro amor se va y regresa

Como el viento alrededor

A girar en la veleta

Del olvido y el rencor

Huellas y sombras doradas

Se borran sin un adiós

Ahora vamos hacia el centro

De un oscuro corredor

Que lleva dentro

Del sol

Quemo todo lo que encuentro

Pero el fuego no es mejor

1983

Defensa del archipiélago

1 Creciente

Un hombre soñó convertirse en isla,

pero antes tenía que morir.

Mientras fuera ese hombre, lo que aísla

tendría que evitar para vivir.

Solo, un hombre tan sólo es una piedra,

pero unido construye una ciudad

y deviene, en los brazos de esa hiedra,

un árbol con raíces de verdad.

Como aturdido por unas campanas

al comienzo, parece despertar

poco a poco, lo mismo que sus ganas,

pero logra, al sumar, multiplicar

por docenas los pies que, emparejados,

siguiendo, bailarines, su compás,

como el bosque de Macbeth levantados,

toman la calle y nadie queda atrás.

Como un sol pleno inundan la pantalla,

manifestando su felicidad,

hasta que nadie queda afuera y calla,

apagada, la negatividad.

¡Ay, pero ahora, con todos adentro

y nadie que haga de espectador,

todo amenaza con fundir a negro

y no queda margen alrededor!

27.7.20

2 Orilla

Dos polos y las ambiguas comillas del juego.

Libertad y cautiverio, un carbón y una vela

encendidos en las puntas del pecho que ciego

palpita amoldándose a la mano que revela.

Una reina a la que dan órdenes en su trono,

una esclava con licencia de tierras ajenas.

Anécdotas litorales variables en tono

como el límite entre las aguas y las arenas.

27.7.2021

3 Rompiente

A la sirena se le escapó un gallo

y de un picotazo me despertó.

Acento fulminante como un rayo,

el cristal de terciopelo quebró

y vi caer el sol sobre los hombros

dorados del gigante en el peñasco,

hundido ya a nivel de los escombros

que antes me impedía ver el asco.

Nunca más las escamas de esa cola

veré, ni brillarán astros y estrellas

con esa luz, ni habrá una nueva ola

que tanta altura alcance o deje huella

comparable en aquél cuya razón

alumbró esa última canción.

Delfín Negro, 18.7.2021

4 Postal

Sobre la arena tendida, madre de espejismos,

canasto, sandalias, telas claras y estridentes.

De la huella la vista busca el pie que presiente

y desentierra la nuca asomada al abismo

que ondula transformado en vidriera, con sus piedras

preciosas y escurridizas, su jardín de ortigas

y su arco iris de invitaciones fugitivas.

La figura real y entera seca la niebla

favorable a las impresiones, pero ¿por qué

creer en el documento, en la estatura adulta,

más que en las migajas hacia la imagen oculta,

cuando es ésta la que ha ganado nuestra fe?

Son Bauló, 19/28.7.2021

5 Margen

Vivir al margen es rodear una montaña

sin dejar que el sol caiga antes de hora,

llevar la barca por la telaraña

cuando no pasa la ola ansiosa que devora

y al revés que el mal timonel, que erró y quedó manco,

deslizándose paciente entre el barro y la caña,

tirar la piedra y esconder el blanco.

28.7.2021

Meditaciones mediterráneas

I

El horizonte contenido. Los barcos, magros,

embalsamados entre península y península.

Cielo de vitrina y un oleaje de gasa.

El rastro de los monstruos marinos es un trazo.

II

Mar de botella y mástil de palillo. Navega

la racha sin freno de la ola imaginaria.

La grúa del puerto dormido llama al cristal.

La ostra no responde. El golfo, puño cerrado.

III

Capitán de camarote y piloto de mapa.

El ojo de buey guiña y desemboca en un vaso.

Las grandes navegaciones, ya hace tanto secas,

agrietan la profundidad de los pergaminos.

IV

Un mundo refugiado bajo un cielo mayor

y acorralado por dentaduras desiguales.

Un plato de agua y sal tan lleno de tropezones

que nunca han bastado para colmarlo y saciarse.

V

Soy la última hoja de una rama menor,

el eslabón más leve de una rota cadena.

La punta de un trapecio ya a punto de caer,

la gota caída aparte de un charco cansado.

VI

El mar suena más profundo cuando se desplaza

por el espiral del caracol al del oído.

Afuera se ve sereno como las postales

donde se firma, callada, la paz familiar.

VII

Que esta página impar continúe derramándose

en la misma tinta blanca que no coagula

y siga así retirando, prudente, lo dicho

de la mesa insaciable que bebe su palabra.

VIII

Mi cabeza es el vientre de cualquier madre en ciernes,

desconfiada de ese mar del que todo lo espera.

La playa sembrada de estériles amuletos

relumbra a sus ojos y acecha bajo mis pies.

IX

Huellas en la arena que no significan nada,

ni se pueden aprender o proteger del viento.

Cimientos de nubes elevándose a tormenta,

sumergidos en la ciénaga ornada de espuma.

X

Dos mujeres. Delante, la que fuma y vigila,

distraída, a los niños en el mar, mientras monta

su guardia ante el recinto invisible que la otra

cierra alrededor de la pantalla que la absorbe.

XI

La sombra del cuerpo blanco divide la arena,

que intocada se cierra tras el paso no dado.

Desplegadas, las alas abandonan su huella

al sol que picotea hasta no dejar un grano.

XII

La horizontal que determina la sucesión

de las cosas en el espacio, recta y discreta,

carece de razón y tan sólo porque calla,

como si ya lo supiera, resiste al abismo.

XIII

Ni obsesión ni objetivo ni curso transversal

sobre el vago y lento oleaje balbuceante.

La historia sepultada de un galeón caído

bajo las sábanas de un sueño mucho más firme.

XIV

Del consuelo que extiende la manta de la pena,

de esas viejas pagadas que vienen a llorar,

que no quede en la arena más sombra que la espuma,

que sonríe un momento y al siguiente no está.

XV

Pequeñas acuarelas superficiales pero

sugestivas, lo que desborda su estrecho marco.

Un aire de mar difuso dentro de una red

cuyos lazos deben su fuerza a su levedad.

Las Palmeras, Tarragona

13–15.7.2020

Muerte y separación

El espigón es largo y peligroso

porque se hunde en la niebla al traspasar

el límite del lado luminoso,

donde el océano se muestra amable

y rompe suavemente, sin quebrar

ninguna imagen. La luz favorable

a las rutas trazadas en la arena

no es la que desgarra el velo lejos

del muelle, sobre el borde horizontal

del incierto infinito, con su escena

de naufragios bajo unos pliegues viejos,

sino esta otra, que ignora ese mal

y calienta los pequeños castillos

mientras duran, ajena a los reflejos

en la selva gris. Aquí, con palillos

en lugar de mástiles, atraviesan

la distancia desconocida, espejos

empeñosos de aquellos que no cesan

de borrarse, embarcados tras la bruma

pasado el espigón, donde ya empiezan,

desencarnados, a volverse espuma.

Cuando el mar sabía lo que decía,

sus olas se alzaban altas y claras,

legibles, letradas, y no rompían,

privadas de razón y de palabra,

rumbos y escolleras, voces y caras,

con sus conciertos de saltos de cabra

y sus danzas de vírgenes a solas.

El mar, cerebro loco, sigue hablando

en el oído de las caracolas,

pero no funda en su hondura un discurso

que se pueda seguir ya, como cuando

daba así a lo pequeño su derecho

y a lo grande su lugar, en el curso

de lo inestable, sino que del lecho

profundo eleva lo oscuro, sonoro

pero ilegible, indescifrable, al llano

perturbado, que lo prefiere, a coro,

velado, extraño, fugaz y lejano.

La playa hace sombra al acantilado

cuando juega con el eco y el oro,

y no quiere moverse de su lado.

13.12.2023

Interior con aire acondicionado

Habitación de Lucien Freud

Quita los retratos y las escenas de caza.

Vela las aristas. Diluye el contraste dado

y toma lo que se extiende. Allana las texturas.

Peina sábanas y cortinas, cuelga toallas,

chaquetas y corbatas hasta la rigidez

vertical de todas sus líneas sobre el plano

aéreo, el cristal ideal sin tercera

dimensión, de pie sobre el espacio que reposa,

y desliza despacio la puerta corrediza.

Deja todo en reposo. Ponle llave al armario

y empótralo en la pared. Píntala transparente,

blanquea la cerradura. No dejes indicios

de tus inclinaciones ni huellas en la alfombra.

Tamiza la luz hasta dejar su fuente helada.

Concentra bajo control el calor necesario.                  

Escena del crimen sin cadáver ni violencia.

Paisaje póstumo sin horizonte ni puntos

suspensivos ni de fuga. Planicie cerrada

por los cuatro cardinales. Perspectiva nula

de la retina pegada al cristal cual cristal

vuelto retina. Mirada contraída y plana,

fuera del ojo. Como se pliega un catalejo

reduciéndose a un lente indiferenciado y vago

a cambio de la neta superficie fijada.

Planos verticales, horizontales, oblicuos

y entre todos, así dispuestos, definitivo,

neutralizando la tensión entre los espacios,

el retirado terreno de una retirada

a la abstracción, al plan, al plano, desde el suelo

abierto y las abruptas pendientes encontradas.

Del verbo al sustantivo cubierto de adjetivos,

del paraje convulso y recargado de cuerpos

tramados entre sí en alianzas y antagonías

a convalecencia sin rehabilitación,

goteo imperceptible de los días de paso

junto a la cama bien tendida ante la pantalla

que exhibe y guarda las conflagraciones ausentes

en la ventana velada. Representación

en continuado, en trance, recapitulación

marginal de los deshechos, décadas, ciudades,

generaciones desenterradas. Hoy blanquea

tu heredado sepulcro, temperatura ambiente

dominada de la amplitud exigua. Recoge

los restos que dan peso. Con una dimensión                       

de menos se vive más: indefinidamente.

21–22.1.2024

El museo animado II

Sandro Botticelli, Óleo sobre tabla, 1489. Galería de los Uffizi, Florencia

Anunciación

Para Carla, su tema favorito

A la izquierda el ángel y a la derecha la virgen,

en suspenso y frente a frente sobre la balanza

fijada en el instante atemporal de la pintura.

Él acaba de caer del cielo inmaculado

a la tierra embaldosada en que hinca la rodilla

y ella de perder el velo que la resguardaba

de visiones como ésta. Inclina la cabeza,

pero él está por debajo, alzando hacia ella,

que se repliega tendiendo los brazos con recelo,

una mano que parece pedirle un momento

tan sólo, aunque ya lo ha tomado, mientras la otra,

con una rama alada, se dispone a escribir.

Detrás, en la ventana por la que él, de perfil,

no parece haber entrado, un río fértil llega

hasta los pies del árbol que su copa une al cielo

sobre los barcos y castillos en lontananza.

Pero el espacio crucial se abre entre la mano

angelical sosegadora y la femenina, 

que en el extremo del brazo que pone distancia

desciende imantada por el deseo de hierro.

Están ambos inclinados, aunque no del todo

aún ante la gran voluntad que los sostiene,

sino uno por su entrada en la ley de gravedad

y la otra por temor ante el súbito abismo.

Escena hecha imagen y así acto irrevocable.

El ángel ha venido a enfrentar a la mujer

enviado por la luz y a anunciarle la visita

de la sombra que, envolviéndola, hará, de este sueño,

el fundamento de todo lo que gira en torno.

¿Qué más revela esta quieta irradiación paterna?

El ángel despierto, casi un demonio, al ver

partir al mensajero, se dijo que volar

a nadie aparta de la declinación implícita

en todo gesto fundador. ¿No ve tu mirada,

en el suspenso atrapado entre el aire y la sangre,

otra alternativa que se le haya escapado?

Florencia, 23.8.2023

Barcelona, 17.1.2024

El museo animado I

Presagio

El perfil sigue nítido en la piedra

y el aire eleva la expresión grabada,

pero siento del pedestal el peso

arrastrando la forma, como hiedra

que sumerge su muro en una nada,

hacia el magma, como se funde el yeso,

de la materia sin significado,

que aun después de haber sido tomada

persiste, cualquiera sea, obstinada,

en el rechazo del que le fue dado.

La intención todavía se ve enfática,

y enérgico el ademán sostenido,

pero va resbalando la razón

en que se apoya la mano fanática

con su verdad, su parlamento erguido

y el arma a punto de dar su lección.

Aunque alce la voz, esa palabra

que el aire en torno hubo poseído

ya no se ve y lo que en él fue leído

ni se entiende ni la conciencia labra.

Sólo queda del poder la violencia

expresa en cada músculo tallado,

sin que el orden pretendido la libre,

ni en lo admirado, de la indiferencia

o ya del rechazo hacia su forzado

propósito o sentido, ni equilibre

la crueldad de su dominio callado.

Confuso es lo que entonces oponía

el mito a la voluntad que oprimía,

pero hoy es evidente lo ocultado.

¿Y es ésta la piedad en la tragedia?

Como cae el sentido en el olvido

y el ídolo deviene una reliquia,

cuando la forma vuelve a ser materia,

el héroe vuelve a ser un hombre herido

y se salva la muralla que sitia.

Florencia, 23.8.2023

Barcelona, 1–3.12.2023

Micrópolis

Asedio de La Rochela (1627-1628)

I Delfín

No sé si gallo o pavo real,

tiburón o pez espada,

pero ni aun la partida ganada

le quita el temor al viejo mal

que le manda vivir para

cuidarse el culo y salvar la cara.

27.11.2023

II La Rochela

Mi mente es la torre en que almuerzan los mosqueteros

para ganar una apuesta y conversar en paz

en medio de la guerra. Rechazando a terceros,

apuntan a sus rivales y a los que son más

los echan a menos, atendiendo a los lejanos,

que discretos se deslizan fuera de su alcance

y difíciles de ver desde esa altura. Vanos

son los asaltos de los locales y su avance

vertical, desde el que caen, pero los ausentes

amenazan las posiciones más delicadas

y en ellos concentran su estrategia. Así, mi mente

aloja un pensamiento guardado por espadas

y bien alimentado, que el campo de batalla

considera inferior al tablero del que calla.

25.11.2023

III Moderado

Afrancesado en el trato,

ibérico en la costumbre,

no fía a luces ni a cumbres

su suerte, sino al mandato

del que reniega al hablar

pero obedece al callar,

solidario de lo oscuro

mientras enciende otro puro.

No da razón sacar pecho,

pero así marcha derecho.

25.11.2023

El atareado pueblo de Brueghel el Joven

IV La construcción del estado

Reyes, presidentes y ministros de finanzas

coinciden en la imposibilidad de cumplir

el deseo del pueblo, con sus cantos y danzas

invocando un reino puro que no va a venir.

La ley sólo se cumple aquí abajo haciendo trampas

que nunca son suficientes, igual que tampoco

lo son panes y peces, ni pueden ser las rampas

tan limpias como querría el arquitecto loco.

Hay que trabajar para ganar y gastar más

y ahorrar algún dinero, pero no fuerza alguna

que pueda cotizar alto en épocas de paz.

Y si el oro desborda los canales de mármol,

fundir un mínimo y guardar lo duro en su cuna,

al fondo de la mina, como raíz del árbol.

17.12.2023

V Un fenómeno puntual

Lo que viniendo de mí

no llega a ninguna parte,

como una especie de arte

perdido desde el nacer,

será como lo que vi,

con unos ojos aparte,

fugaz, desaparecer.

Era luz, color, placer,

pero, después del descarte,

no viene más por aquí.

17.12.2023

VI Oficial de enlace

Vincular lo menor a lo mayor,

inclinar lo más alto a lo más bajo,

es la mitad del trabajo

que hasta haciéndolo a medias él sabe hacer mejor.                  

Mano derecha franca, mano izquierda sutil,

pasando entre acantilados,

disuelve los glaciares enfrentados

y desarma incluso a la guardia hostil.

17.12.2023

Las muchas caras de un hombre de estado

VII La acción de gobernar

Un hombre normal no ejerce el poder,

que transforma al que alcanza su ejercicio.

Si es de origen popular o patricio,

poco importa detrás del parecer.

El que tiene la llave y cerradura

encuentra y así pasa al otro lado,

abandona el espacio perpetuado

por las leyes de la paz que no dura.

Cuando se adentra en lo desconocido

del futuro prometido a la historia,

se separa de los que representa

como el sueño que cae en el olvido.

Desde esa soledad de la victoria,

maniobra y dicta. Y en ella revienta,

dejando a sus espaldas una duda

ajena a la certeza general.

Su experiencia no es universal

y para comprenderlo eso no ayuda.

26.11.2023

VIII Un fenómeno desapercibido

Soy un caso singular,

pero no de destacar,

si juzgo según el caso

que me hacen. El rechazo

no me explico por mis actos,

aunque la falta de impacto,

tampoco. Muy ejemplar

no debo ser y, si impar,

destinado a lo que sobra.

He allí el autor y su obra.

12.12.2023

IX Comité de sanidad

Hoy castran como ayer apedreaban.

Pequeños sacerdotes de paisano.

Cargue piedras, papel o tijeras, esa mano

viene y vuelve a envolver, aplastar o separar

el miembro impar. El mal que condenaban

sigue vivo. Queda un margen de azar

debajo del soberano.

18.12.2023

Notas al margen del discurso en curso

X Cierre de campaña

Estas experiencias no pueden ser transmitidas

a los que no las esperan: sordos electores

que delegan en raudas imágenes sus vidas,

planas como las pantallas ante sus sillones.

19.12.2023

XI Un fenómeno discreto

Saber pasar desoído

si he de seguir ignorado

es un destino indicado

que puedo ver ya cumplido.

Si no espero, habré partido

y así estaré en otro lado

donde uno y otro costado

conmigo se habrán reunido.

Así algo habré aprendido

después de ser olvidado.

13.12.2023

XII El acto de escribir

Lo que se hace sin lector, grabar

sobre la piedra ciega

signos cuneiformes para el radar

de un futuro estratega,

cambia como el mar cuando se despliega

y se contrae, al azar

medido por aquel que se repliega

en el gesto de fijar

mientras afirma lo que todo niega.

No la letra, sino esta hendidura

en la tabla ya no rasa

desde esta herida por la que supura,

expulsada de su casa,

la savia silenciosamente pura

e inocente de la raza

precipitándose hacia su locura,

pendiente hasta que uno traza

la marca que separa mal de cura.

27.11.2023