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El alto retrato que preside el comedor
devora a los comensales. En la cabecera
opuesta al patriarca, el padre y patrón,
como un espejo, replica al que fuera
modelo que el artista, como es conveniente,
transfiguró en la obra, legando al fiel olvido
lo menos favorable, que desmienten
aquellos que el favor han padecido.
Con el que más almuerzan aquí los prominentes,
cuyo círculo, atento, gira hacia un centro nuevo,
sentado a la derecha del ungido.
Tiene el gesto antiguo de su padre, pero el huevo
del cráneo paterno mantiene en él la cresta
heredada erguida sobre la orquesta.

6
Sólido sigue siendo el Coliseo,
y bien proporcionado,
aunque no funcional. Más alto era
el Coloso y cayó,
pero su sombra aún hoy es más larga
que el decretado olvido.
Lo demasiado, demasiado sólido
se disuelve y persiste
en su absurdo lugar la referencia
que cabe en un archivo,
y un archivo no es más un edificio,
sino un inmaterial
registro de cifradas percepciones
que pueden ya perder
su objeto y reproducirlo más tarde,
si hace falta, en su entera
inteligibilidad. Si retira
lo ilegible de sí,
cualquiera, devenido información,
puede evitar las fauces
de los leones por más que estos rujan
condenando lo insípido
de la nueva administración. Colosos
ya no hay, salvo torres
de corporaciones, no de cuerpos
que al cielo desafíen.
En un código cabe lo que puede
salvarse. El resto es polvo.
15.10.2022

