
8. Escenario para una película de provincias
¡Aliméntate del bien que te permite no ser libre!
Pier Paolo Pasolini, Libro libre
Desde este mirador de la Edad Media,
plano picado: la Plaza Mayor,
disipada ya hoy la noche negra
que familias y músicos reunió,
a pleno sol, encuadrada entre almenas,
evacuadas tristeza y tentación,
desbordante de salud y de fiesta,
y vista desde arriba con rencor.
Perspectiva del juez que, sin ser parte,
ya reprueba o reconoce sin fe
las palabras que escuchó gritar antes
y no está descubriendo en el cartel.
Como un cuadro de Brueghel a medida
de otro clima, sin nieve y sin humor,
colmado de calor y de alegría,
el plano general, la afirmación
reconfirmada de lo consagrado
reconsagrándose en el gran afluir
de piernas al encuentro del amparo
feroz de la estridencia sin matiz.
Día. Ciudad vieja. Todos en cuadro.
Multitud programada y cumplidora.
Su auténtico lugar fuera de campo,
como la alcoba el día de la boda.
La Plaza Mayor mirada de arriba
con angustia y desdén, a reventar
de cuerpos manifestando la vida,
en contraste con el foco mental.
Ya no se sale de misa el domingo,
sino de excursión, detrás del pastor
que vuelve a la naturaleza. Extinto
se alza el cielo sobre el torreón.
La anciana de rodillas en la iglesia
tal vez no se levante. El sol arrecia.

9. La ciudad abandonada
Es difícil remediar nuestra tristeza porque somos sus cómplices.
Es difícil remediar la de los otros porque somos sus cautivos.
Jean Baudrillard, Cool memories
Trasposición: imaginemos la propietaria
de una librería atendida por ella misma,
abierta con ilusión hace no tanto tiempo,
pero menos visitada de lo necesario
para mantenerse en el centro de la ciudad,
desplazado del histórico, como le pasa
a lo que es provinciano con lo que es capital.
Supongamos, detrás de la cámara elevada
al mirador, parapetada entre las almenas,
su mirada ahora, inclinada sobre el vacío
para mostrar en plenitud la Plaza Mayor
colmada, brillante de plásticos y metales
resonando al entrecruzarse, radios y cascos,
desde la perspectiva que los empalidece.
Matiz: del rencor de quien acusa con el plano
marcado a la pena de los ojos descontentos,
desleídos contra el cielo vacío y radiante
alzado, en el contraplano, sobre su cabeza.
Desencanto a causa de la especie de desaire
que interpreta al contemplar la marcha jubilosa
de la población cabalmente representada
a la Arcadia ilusoria donde quiere volver.
La multitud reunida abandona la ciudad,
el teatro de la palabra y la arquitectura,
rodando simple bajo el arco de Electrocash
hacia el río seco que rodea la muralla.
Por la tarde, mientras lea, oirá a lo lejos, bajo
la colcha de música clásica que la abriga,
el regreso forzoso de los excursionistas
a las mesas urbanas y la ancestral cerveza.

10. Con un ojo en la ventana y otro en la pantalla
Ciudad de provincias con un pasado.
Casco histórico y cañonazos contemporáneos.
La franja de Gaza arde en la Primera
y en la Segunda Bruce Willis salva el Año Nuevo.
Muros organizados en moles resistentes,
rodeados de calles olvidables.
Huellas de bicicletas en el polvo
que se levanta para caer desdibujado.
11. Exterior apto para refugio
Nadie más en este mirador que cobra entrada
en lo alto de la muralla. Mientras no suba
ningún contemporáneo a visitar el ayer,
aquí tengo un cuarto propio como la librera
no sueña, donde el sol sólo me muestra mi sombra
y los alrededores cegados por su luz.
12. De muro en muro con el sol a la espalda
¿Canto yo la resurrección, como el organista
del desierto templo de San Juan y las cigarras
del poema de Cardenal? No canto la muerte,
porque no se puede. Busco el silencio
como la sombra y mi sombra me encuentra,
reflejo mudo de mi silueta, recortada
de este paisaje tan cerrado como su historia,
expuesta en la conservación del muro
contra el que quiebro mi verbo. ¿Cómo revivir
desenterrado de este llano? ¿Qué primavera
yace bajo este manto de clausura?

13. Al contemplar las ruinas romanas bajo tierra
Inspiración y miseria,
como un fuego en la noche siberiana.
Pide algún deseo al fugaz diamante del pobre.
O mejor frota tus piedras
y hazte pronto una lámpara. Así es
la riqueza miserable de la gran serpiente
cuando, al cabo del despliegue
de sus espléndidos anillos ante el peligro,
acaba devorándose a sí misma
y continúa arrastrándose
malherida, taciturno espiral que agoniza.
Humo que se retuerce. Montoncito
de cenizas en ofrenda
al viento que reanima la brasa.
¿Por dónde cortar el ser que sin pies ni cabeza
se engendra y consume en su propio giro?
Patrimonio de la humanidad son estas ruinas,
los talentos de mi bolsa,
desguarnecidos, son para mi pan.
14. Leitmotiv
Vuelvo en mí y olvido el destino pasajero
o el desencuentro al que debo este reencuentro
con la sombra que me precede, señalada por el sol
como Trimalción por el dedo de Apolo.
Nada que adivinar en este reconocimiento.
Podría dejar estas armas, estas joyas,
el arsenal entero de mis herramientas
abandonado y abierto en la plaza mayor
y nadie acertaría a ponerle un dedo encima.
Nadie tocaría este instrumento marcado
si la miseria, de carácter general, no lo apretara.
Continuará


