Capitulación

Hero and Leander (To Christopher Marlowe), Cy Twonbly, 1985

Tal vez descubras, si no sigues ciego,

que la causa perdida que defiendes

en tu arrogante sueño invulnerable,

capitán de unas aguas que te ahogan,

es la que te sostiene, con el peso

de la derrota ya bajo tus pies,

la roca inmensa que no caerá

sobre ti, ya caída aquí, tu roca

firme, irrecuperable desde enfrente.

Tal vez, desde esta roca que no puedes

alzar para lanzarla a un enemigo

del que te burlas como si existiera

sin otra causa que darte la réplica,

tal vez desde la altura de esta roca

veas tu sombra y cese tu ceguera,

cuando esa negrura intransferible

derrote a tanta bruma que combates

y te imponga su imprevista victoria.

Tal vez entonces su voz reconozcas,

cuando haya dicho su última palabra,

ese día tan claro como el agua

que te ahoga y que el peso de tu roca

reconoce mientras le cede el paso

hacia las pálidas profundidades

en las que debe encontrarse su sitio

según las leyes del sol imparcial,

que ya no te deslumbra y te ilumina.

Tal vez, cuando recorte tu silueta

contra ese cielo que te daba alas,

te permita medir la sombra invicta

de la que fuiste creciendo, la roca

impenetrable bajo las banderas

insostenibles bajo las estrellas

que rigen este día y esta hora,

y situarte en el mapa que te borra,

con tu brújula y tus coordenadas.

Tal vez, predestinado por tu causa

a la roca que no se moverá,

cuando ya la partida no permita

ni un solo movimiento que la aplace,

jugador capturado por su apuesta,

quieras perderte por fin a ti mismo

y tropieces con tu única certeza:

ella vela, desnuda mientras sueña,

por tu mano que tiembla desarmada.

 17.3.2020