
Anunciación
Para Carla, su tema favorito
A la izquierda el ángel y a la derecha la virgen,
en suspenso y frente a frente sobre la balanza
fijada en el instante atemporal de la pintura.
Él acaba de caer del cielo inmaculado
a la tierra embaldosada en que hinca la rodilla
y ella de perder el velo que la resguardaba
de visiones como ésta. Inclina la cabeza,
pero él está por debajo, alzando hacia ella,
que se repliega tendiendo los brazos con recelo,
una mano que parece pedirle tan sólo
un momento, aunque ya tomado, mientras la otra,
con una rama alada, se dispone a escribir.
Detrás, en la ventana por la que él, de perfil,
no parece haber entrado, un río fértil llega
hasta los pies del árbol que su copa une al cielo
sobre los barcos y castillos en lontananza.
Pero el espacio crucial se abre entre la mano
angelical sosegadora y la femenina,
que en el extremo del brazo que pone distancia
desciende imantada por el deseo de hierro.
Están ambos inclinados, aunque no del todo
aún ante la gran voluntad que los sostiene,
sino uno por su entrada en la ley de gravedad
y la otra por temor ante el súbito abismo.
Escena hecha imagen y así acto irrevocable.
El ángel ha venido a enfrentar a la mujer
enviado por la luz y a anunciarle la visita
de la sombra que, envolviéndola, hará, de este sueño,
el fundamento de todo lo que gira en torno.
¿Qué más revela esta quieta irradiación paterna?
El ángel despierto, casi un demonio, al ver
partir al mensajero, se dijo que volar
a nadie aparta de la declinación implícita
en todo gesto fundador. ¿No ve tu mirada,
en el suspenso atrapado entre el aire y la sangre,
otra alternativa que se le haya escapado?
Florencia, 23.8.2023
Barcelona, 17.1.2024








