
Ida y vuelta. Ramal madre-hijo: un tren de mercaderías que va cargándose durante el recorrido. Ramal padre-hija: el tren va vaciándose, descargando a su alrededor tan ruidosamente como imperioso es del otro lado el cumplimiento de horarios y cantidades. En la estación de destino del primero, conocida como la Alacena Insaciable, las mercaderías se acumulan dando lugar a sucesivas obras de ampliación siempre reanudadas; en la del último, conocida como la Alcancía Sin Fondo, nunca hay nadie: los pasajeros permanecen fieles a su condición y lo más destacable son las vías, lustrosas bajo el sol o a la luz eléctrica a la espera del expreso demorado o aún calientes tras la partida del último convoy.

Risa en la oscuridad. Lo que dice la burla femenina, con su gesto alerta, su sonrisa irónica, su vivaz expectativa, es, por supuesto sin palabras, al ser la página ofrecida al discurso, lo siguiente: “Pruébame que es cierto”. Ya que tal puesta en duda sigue siempre a alguna afirmación que, sin mayor realidad que su argumento, haya tomado en el diálogo, a pesar suyo o más bien de quien la haya hecho, la función y la forma de una anunciación. El trueno anuncia la lluvia; abierto el oído por la voz, la piel se dispone al tacto. El encantamiento durará lo que dure y una vez desvanecido el hechizo lo demostrado parecerá tan irreal como el pasado, pero su huella no quedará en la memoria sino debajo, como un tesoro antiguo en el que nadie cree hasta que alguien lo encuentra y vuelve a poner sus monedas en circulación, aunque su valor se rija ya por otra escala que en su origen. “Así que era verdad”. Ahora surge la risa franca, pero no por gracia divina ni por humor humano, es decir, no por uno u otro interviniendo a su debido tiempo, sino por su precisa conjunción en esa felicidad, grande y pequeña por súbita y efímera, debida a una sorpresa que en el momento de producirse se descubre esperada.

Refutación de un epigrama. Ernesto Cardenal escribe: «yo podré amar a otras como te amaba a ti / pero a ti no te amarán como te amaba yo». Pero, si de veras la amaba, es más probable lo segundo que lo primero. Decir que un objeto es precioso es casi un lugar común, pero ¿se ha oído hablar jamás de un sujeto precioso?
Bajo el séptimo velo. Si él acaba viendo en ella un teatro sin drama, / ella acabará siendo un drama sin teatro.
A pleno sol. La timidez cava un abismo.
El gran error de percepción, se diría su ceguera en rigor, de los versos citados de Cardenal hace que tanto lo primero como lo segundo sean improbables. Así como cada ser humano es distinto de los otros así también una pareja amorosa es un ser bicéfalo diferenciado de los demás, de tal forma que todo amor auténtico tiene su singularidad única. Y esto se extiende incluso a la simple (verdadera) amistad aunque para percibir esto último a cabalidad haya que afinar las antenas. La amistad de X con Y tiene siempre algo diferenciador respecto de la amistad del mismo X con Z.
Hay algo no tan fcil de adivinar en mi comentario: viene de una experiencia personal. sa es su limitacin respecto a la univesalidad de tu argumentacin, correcta pero abstracta. La relacin entre mi comentario y el tuyo sera un poco como entre Kierkegaard y Hegel: una objecin desde la experiencia personal a lo que es en principio cierto, pero que se astilla en la experiencia subjetiva. Lo curioso es que aqu, al revs que en el ejemplo filosfico, la objecin precede a la argumentacin abstracta y de algn modo la genera. La dialctica es infinita, pero no como un espiral centrfugo sino centrpeto. (Esto es lo primero que escribo en el da: a medida que avanzo veo que va agarrando el tono de mis textos breves, ms que de un mail. Es la parte de monlogo que se cuela en el dilogo. Saludos.)
No conozco bien acerca de esta relación contraria entre Hegel y Kierkegaard y supongo que debe haber sido planteada por el danés ante su indefenso (muerto) oponente alemán. Me parece además que me tocaría el bando hegeliano lo que estaría acorde con mi condición de científico. Aunque si me dieran a escoger, por temperamento, yo me quedaría mil veces con Kierkegaard. A pesar del sufrimiento. Un muy cordial saludo.
No era para identificarnos nosotros con una u otra posicin, porque eso vara. La objecin esencial de Kierkegaard a Hegel era la de su propia experiencia subjetiva contra la dialctica objetiva: es el comienzo del existencialismo. En ese sentido mi punto de vista es tan subjetivo como puede haberlo sido el de Cardenal en su momento: la expresin de un sentimiento mediante un argumento. Tu juicio me pareci muy acertado, pero es el reconocimiento de la pista antes de que ruede la pelota: imparcial hacia uno y otro lado. En ese sentido representara la dialctica «desencarnada», pero hay un momento para esa perspectiva tambin. Hegel era genial, despus de todo.
De acuerdo en todo y solo agrego para terminar que mi “objeción” a Cardenal no era propiamente tal sino que me situaba en cierta regla de juego ocasional. Quien adoptara esa posiciòn sistemáticamente ante los poetas sería bastante negligente, diría, por ejemplo, “què tonterìa” ante el “Yo nacì un dìa en que Dios estuvo enfermo” de nuestro venerado Vallejo. Muchas gracias por tu interesantìsimo blog.
«Pour finir encore», como diría Beckett. Era yo el que objetaba a Cardenal. Por qué no, si Stendhal objetaba a Dante sobre lo de que no hay mayor desdicha que recordar la felicidad en tiempos de miseria (en esto estoy con Stendhal, por ejemplo).
Un día recopilaremos nuestra correspondencia y nos sorprenderemos. Sigamos. Saludos,
Ricardo